lunes, 6 de febrero de 2012

Metafísica para geriátricos

"No más inercia bajo el sol
no más sangre anonadada
 no más fila para morir.
He de partir.
 Pero arremete ¡viajera!"
 A. Pizarnik 
    La conquista del carácter, la voluntad, el conocimiento de una misma, la sumisión conciente, el abandono de sí, son, en algún punto que espero deslindar, sinónimos de un mismo estado. Al estado adverso puedo definirlo como depresión, apatía, pacto del demonio. Parece extraño, pero es así.
    Alguien me contó un sueño en el que, en un departamento, dos jóvenes, un muchacho y una muchacha estaban sentados en el piso, tirados. Ofrecían a la visita lo que ellos llamaban “los bichitos”, unos pequeños insectos con apariencia de caramelos de colores. Eran una especie de droga que consumían, que en un comienzo les daba placer y energía. Pero luego, esos bichitos los invadían por completo, se metían dentro de su piel y los controlaban, usaban sus cuerpos y los dejaban sin vida. No sin pulso, pero sin aquello que la gente ha definido como ánima, como espíritu, como alma, o como luz, o como movimiento.
    Las personas que llegan a ese estado no se encuentran ni entre los vivos ni entre los muertos. Son zombis, muertos vivos verdaderos, que figuran en los registros de los hospitales. A su modo, dan miedo. Dan miedo porque no tienen nada más que dar, no pueden dar nada y solo toman y toman de lxs otrxs.
    Esperan la estacada final de la muerte a la que desean y temen. Una muerte ilegal. Una muerte contra natura.
    Llaman a la muerte porque escupen contra la vida, la maldicen, la vomitan. Su deseo de muerte repele la luz del sol, repele lo vivo y lo viviente. Repele la fuerza que lucha contra la muerte, a-mort, amor. Tal ingratitud es egoísta. Pero en un sentido distinto: en contra de los otros y en contra de sí. A ese comportamiento podríaselo llamar satánico.
     Creo que lo que en la Edad Media han llamado “pactos con el diablo” es eso. Es aceptar algo (comodidades, debilidades) que implican al final una renuncia a la vida. En el Islam,  una de las características del diablo es la de ser “el susurrador”, aquella parte de la mente humana que aconseja lo falso. Como en 1984 de Orwell (la Guerra es la  Paz, la Libertad es la Esclavitud, la Ignorancia es Fuerza) lo que Shaitán nos susurra como verdadero, como bueno, no es más que lo falso, aquello que conduce a la tumba. Como en el cuento de Caperucita Roja, los caminos fáciles llevan al estómago del lobo. Aquello que no “queremos” hacer, sin embargo, es lo que forja el espíritu, lo que lucha, lo que está en estado de jihad, lo que conduce a algo verdadero, a la vida.
    Luchar contra lo fácil, contra lo falso y fortalecer los músculos del corazón son partes del mismo entrenamiento espiritual. Que caigamos como el sol con la tarde, escoltadas de colores.

1 comentario:

  1. Querida pensadora:En algunas cosas concuerdo con vos, hay gente que esta muerta estando viva.Que desean la muerte, pero a la vez le temen.Y este sentimiento tan contraditorio es nada mas y nada menos que la mente del ser humano. No le hechemos la responsabilidad a nadie ni a ningun ser endemoniaco,todos somos en el fondo angeles y demonios.Si logramos aquietar nuestra mente seremos mas felices. BESOS

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